Hasta el CisTezanos debe hacerse eco del descrédito que el sanchismo está provocando en la política nacional, llegando al punto de que, en su primer barómetro tras la entrada en prisión de Santos Cerdán, es el propio «Gobierno y los partidos políticos» quienes encabezan la respuesta de los españoles respecto a cuál es el principal problema de España. No se recuerda en la serie histórica del CIS un resultado así, que su actual gestor ya ha intentado edulcorar para el PSOE, y así, a pesar de una contundente caída de 7,4 puntos en un mes, se permite decir que supera en medio punto al PP. Al darle una importante subida a Vox, que subiría hasta prácticamente el 19% de intención de voto, puede seguir alimentando el discurso de que «viene el lobo» para ahuyentar a su «progresista» electorado del peligro de la «ultraderecha». También resulta significativo que, después de ese tremendo primer problema para los españoles y tras la vivienda, se encuentren la corrupción y el fraude y los problemas políticos, es decir, más de lo mismo. También todos sus aliados parlamentarios bajan en intención de voto, desde el PNV y Bildu a ERC y Junts, pese a que el trabajo de campo fue en la primera semana de julio, es decir, antes del reciente Pleno del día 9, con determinados prostíbulos en primera línea de la actualidad informativa nacional. Y teniendo en cuenta quién protagoniza la corrupción en estos momentos, no hay mucho más que hablar al respecto. Tener como gobierno de España –la institución que debe asegurar el interés general de España y el bien común de los españoles– en manos de un político golpista huido de la Justicia y de Otegi, es un espectáculo político tan degradante que explica esas opiniones. Ahora, la absoluta debilidad de Sánchez sube el precio a pagar por España al separatismo catalán y vasco para que él «no tire la toalla», que encima se atreve a decir que sería lo más cómodo pero no lo correcto. Por ello, el coste del peaje político de este momento se eleva, y pasa por una financiación privilegiada para Cataluña y nada menos que la transferencia de la gestión de la Seguridad Social al País Vasco. Lo que constituye un atentado frontal a la solidaridad interterritorial y la solidaridad personal, y a la igualdad entre todos los españoles. No es extraño que todas las autonomías, incluidas las socialistas de Asturias y Castilla-La Mancha, se opongan radicalmente a esta inaceptable discriminación. Si pese a ello, no hay cuatro diputados «socialistas» que den un paso al frente, después del sanchismo, las siglas PSOE no existirán.
La absoluta debilidad de Sánchez sube el precio a pagar por España al separatismo catalán y vasco para que él «no tire la toalla», que encima se atreve a decir que sería lo más cómodo pero no lo correcto
Hasta el CisTezanos debe hacerse eco del descrédito que el sanchismo está provocando en la política nacional, llegando al punto de que, en su primer barómetro tras la entrada en prisión de Santos Cerdán, es el propio «Gobierno y los partidos políticos» quienes encabezan la respuesta de los españoles respecto a cuál es el principal problema de España. No se recuerda en la serie histórica del CIS un resultado así, que su actual gestor ya ha intentado edulcorar para el PSOE, y así, a pesar de una contundente caída de 7,4 puntos en un mes, se permite decir que supera en medio punto al PP. Al darle una importante subida a Vox, que subiría hasta prácticamente el 19% de intención de voto, puede seguir alimentando el discurso de que «viene el lobo» para ahuyentar a su «progresista» electorado del peligro de la «ultraderecha». También resulta significativo que, después de ese tremendo primer problema para los españoles y tras la vivienda, se encuentren la corrupción y el fraude y los problemas políticos, es decir, más de lo mismo. También todos sus aliados parlamentarios bajan en intención de voto, desde el PNV y Bildu a ERC y Junts, pese a que el trabajo de campo fue en la primera semana de julio, es decir, antes del reciente Pleno del día 9, con determinados prostíbulos en primera línea de la actualidad informativa nacional. Y teniendo en cuenta quién protagoniza la corrupción en estos momentos, no hay mucho más que hablar al respecto. Tener como gobierno de España –la institución que debe asegurar el interés general de España y el bien común de los españoles– en manos de un político golpista huido de la Justicia y de Otegi, es un espectáculo político tan degradante que explica esas opiniones. Ahora, la absoluta debilidad de Sánchez sube el precio a pagar por España al separatismo catalán y vasco para que él «no tire la toalla», que encima se atreve a decir que sería lo más cómodo pero no lo correcto. Por ello, el coste del peaje político de este momento se eleva, y pasa por una financiación privilegiada para Cataluña y nada menos que la transferencia de la gestión de la Seguridad Social al País Vasco. Lo que constituye un atentado frontal a la solidaridad interterritorial y la solidaridad personal, y a la igualdad entre todos los españoles. No es extraño que todas las autonomías, incluidas las socialistas de Asturias y Castilla-La Mancha, se opongan radicalmente a esta inaceptable discriminación. Si pese a ello, no hay cuatro diputados «socialistas» que den un paso al frente, después del sanchismo, las siglas PSOE no existirán.