Agosto es la excusa perfecta y colectiva para parar. La vida se detiene e incluso se reinicia. ¡Cuántas veces a lo largo del año necesitamos un reinicio! La naturaleza, descansar, leer está entre las acciones más importantes para el éxito de tal labor. Pero hay una guerra que nos quita toda la energía: la batalla, aparentemente perdida, entre padres y pantallas.. Aunque nos encontremos en el lugar más maravilloso, con el mar de fondo y divertidas actividades propias de este añorado mes, muchos niños y adolescentes (también adultos) siguen sin desviar sus ojos de las pantallas de sus móviles y tablets, tanto por esas adictivas aplicaciones como por juegos en línea o impedir que se nos acumulen cientos de correos electrónicos en nuestras bandejas de entrada.. Los expertos alertan: el abuso de pantallas genera adicción similar a las tragaperras, y recomiendan no superar las dos horas diarias en adolescentes. Por ello la frase más repetida este verano de los padres, sin duda es: «¡Deja ya el móvil!». Pero el estudiado triunfo de las grandes tecnológicas sobre la atención de nuestros hijos (incluso sobre nuestra propia atención) parece tener, lamentablemente, más poder que cualquiera de nuestras antiguas buenas costumbres. Para que no sea una batalla perdida creo que nuestra misión ahora no es prohibir sino proponer pactos en los que todos ganemos. Un día de playa, un largo paseo, actividad física… por ejemplo, a cambio de ese tiempo máximo establecido de móvil.. Que sepan que bañarse en el mar en familia, reírse con los abuelos o cualquier juego de mesa, dejarán un profundo recuerdo con el que es incapaz de competir el vídeo más viral. Tiene gracia que el castigo antes era no salir de la habitación y ahora sea precisamente su premio quedarse en su cuarto con el móvil.. El ejemplo empieza por nosotros y utilizar el «modo avión» es un descanso. Aunque es también un acto de rebeldía en un mundo cada vez más hiperconectado.
Que sepan que bañarse en el mar en familia, reírse con los abuelos o cualquier juego de mesa, dejarán un profundo recuerdo con el que es incapaz de competir el vídeo más viral
Agosto es la excusa perfecta y colectiva para parar. La vida se detiene e incluso se reinicia. ¡Cuántas veces a lo largo del año necesitamos un reinicio! La naturaleza, descansar, leer está entre las acciones más importantes para el éxito de tal labor. Pero hay una guerra que nos quita toda la energía: la batalla, aparentemente perdida, entre padres y pantallas.. Aunque nos encontremos en el lugar más maravilloso, con el mar de fondo y divertidas actividades propias de este añorado mes, muchos niños y adolescentes (también adultos) siguen sin desviar sus ojos de las pantallas de sus móviles y tablets, tanto por esas adictivas aplicaciones como por juegos en línea o impedir que se nos acumulen cientos de correos electrónicos en nuestras bandejas de entrada.. Los expertos alertan: el abuso de pantallas genera adicción similar a las tragaperras, y recomiendan no superar las dos horas diarias en adolescentes. Por ello la frase más repetida este verano de los padres, sin duda es: «¡Deja ya el móvil!». Pero el estudiado triunfo de las grandes tecnológicas sobre la atención de nuestros hijos (incluso sobre nuestra propia atención) parece tener, lamentablemente, más poder que cualquiera de nuestras antiguas buenas costumbres. Para que no sea una batalla perdida creo que nuestra misión ahora no es prohibir sino proponer pactos en los que todos ganemos. Un día de playa, un largo paseo, actividad física… por ejemplo, a cambio de ese tiempo máximo establecido de móvil.. Que sepan que bañarse en el mar en familia, reírse con los abuelos o cualquier juego de mesa, dejarán un profundo recuerdo con el que es incapaz de competir el vídeo más viral. Tiene gracia que el castigo antes era no salir de la habitación y ahora sea precisamente su premio quedarse en su cuarto con el móvil.. El ejemplo empieza por nosotros y utilizar el «modo avión» es un descanso. Aunque es también un acto de rebeldía en un mundo cada vez más hiperconectado.