La ministra de Sanidad, Mónica García, representando a Sumar en el consejo de ministros y manteniéndose firme en su puesto a pesar de las dificultades del partido socialista, ha llegado a la mitad de su mandato sin ofrecer grandes iniciativas o medidas concretas para mejorar el sistema de salud pública que siempre ha defendido. En repetidas ocasiones, parece confundir la defensa de la sanidad pública con ataques a la sanidad privada o a cualquier tipo de colaboración. Durante este verano, he sido testigo de la lamentable situación en lugares particularmente afectados por el abandono ministerial, como Ceuta y Melilla, lo que hace más comprensibles las quejas de los sindicatos médicos sobre la evidente escasez de recursos y personal. Visitar un centro de atención médica en Ceuta es, según señala un trabajador de salud de la ciudad autónoma, una experiencia de tercer mundo. Recientemente, Mónica García expresó de manera arrogante, con tintes de manipulación bolivariana, que «es necesario cuidar de quienes nos cuidan», en el contexto de una huelga de médicos –los que nos cuidan– que se produce en medio de un manejo errático y lleno de contradicciones que no logra la aprobación del presidente del Gobierno, quien es consciente de que esto se traduce en una simple cuota de sus aliados en el consejo de ministros. Además, la ministra de Sanidad ha adoptado las peores costumbres de un gobierno que a menudo carece de respaldo parlamentario, lo que ha provocado una gran controversia tras su intento de regular las alternativas al tabaco sin consultar al parlamento, eligiendo nuevamente el camino del real decreto para evitar el debate en la sede de la soberanía nacional sobre un asunto de importancia. Mónica García ha pasado de la Asamblea de Madrid al gobierno central, donde intenta hacer oposición a Isabel Díaz Ayuso, pero los resultados no parecen ser los más acertados. La presidenta de Madrid continúa destacando en las encuestas, mientras que en el Ministerio no se evidencia una gestión efectiva. Al menos cuenta con su creativa campaña: «Hoy tienes garantías en el sexo», aprovechando la reciente celebración del orgullo. Una hoja de servicios completa.
Recientemente, Mónica García no titubeó en expresar, con un gesto de arrogancia cargado de manipulación al estilo bolivariano, que «es necesario proteger a quienes nos protegen», justo en medio de una huelga de médicos.
La ministra de Sanidad, Mónica García, representando a Sumar en el consejo de ministros y manteniéndose firme en su puesto a pesar de las dificultades del partido socialista, ha llegado a la mitad de su mandato sin ofrecer grandes iniciativas o medidas concretas para mejorar el sistema de salud pública que siempre ha defendido. En repetidas ocasiones, parece confundir la defensa de la sanidad pública con ataques a la sanidad privada o a cualquier tipo de colaboración. Durante este verano, he sido testigo de la lamentable situación en lugares particularmente afectados por el abandono ministerial, como Ceuta y Melilla, lo que hace más comprensibles las quejas de los sindicatos médicos sobre la evidente escasez de recursos y personal. Visitar un centro de atención médica en Ceuta es, según señala un trabajador de salud de la ciudad autónoma, una experiencia de tercer mundo. Recientemente, Mónica García expresó de manera arrogante, con tintes de manipulación bolivariana, que «es necesario cuidar de quienes nos cuidan», en el contexto de una huelga de médicos –los que nos cuidan– que se produce en medio de un manejo errático y lleno de contradicciones que no logra la aprobación del presidente del Gobierno, quien es consciente de que esto se traduce en una simple cuota de sus aliados en el consejo de ministros. Además, la ministra de Sanidad ha adoptado las peores costumbres de un gobierno que a menudo carece de respaldo parlamentario, lo que ha provocado una gran controversia tras su intento de regular las alternativas al tabaco sin consultar al parlamento, eligiendo nuevamente el camino del real decreto para evitar el debate en la sede de la soberanía nacional sobre un asunto de importancia. Mónica García ha pasado de la Asamblea de Madrid al gobierno central, donde intenta hacer oposición a Isabel Díaz Ayuso, pero los resultados no parecen ser los más acertados. La presidenta de Madrid continúa destacando en las encuestas, mientras que en el Ministerio no se evidencia una gestión efectiva. Al menos cuenta con su creativa campaña: «Hoy tienes garantías en el sexo», aprovechando la reciente celebración del orgullo. Una hoja de servicios completa.