China ha declarado la guerra a su crisis demográfica mediante nuevas medidas, como un subsidio de 3.600 yuanes (434 euros) anuales por cada niño menor de tres años, efectivo desde enero. Según el Consejo de Estado, el plan intenta frenar el desplome de la natalidad, que cayó de 19 millones de nacimientos en 2014 a 9,5 millones en 2024. Con una población que envejece a pasos agigantados y una fuerza laboral en retroceso, se juegan su futuro económico. ¿Lograrán estas disposiciones convencer a una juventud asfixiada por alquileres exorbitantes y jornadas interminables de que tener hijos es viable?
El subsidio, que inyectará 90.000 millones de yuanes para beneficiar a más de 20 millones de familias, no llega solo. El régimen de Xi Jinping promete permisos de maternidad más amplios, generosos descuentos fiscales y una red ampliada de guarderías asequibles para aliviar la presión económica sobre los progenitores. Los pagos, prorrateados para los nacidos entre 2022 y 2024, marcan un giro frente a los esfuerzos fragmentados de los últimos años, que incluían desde bodas colectivas hasta campañas telefónicas para animar a las parejas a procrear.
El panorama es crítico. El año pasado, la población china cayó por tercer año consecutivo, perdiendo 1,39 millones de habitantes hasta situarse en 1.408 millones.
La política del hijo único, vigente durante tres décadas y media hasta que llegó a su fin en 2016, dejó un legado amargo: 310 millones de personas mayores de 60 años, una fuerza laboral en declive y una sociedad marcada por hijos únicos. Las cicatrices sociales son profundas, especialmente para las mujeres, afectadas por prácticas como abortos selectivos por género y el abandono de recién nacidas. Hoy, este es un país donde criar se ha convertido en un lujo, con costes entre los más altos del mundo en proporción al ingreso, agravados por la inseguridad laboral y una economía que muestra signos de desaceleración.
Los expertos advierten de un futuro sombrío. Sin un cambio estructural, la población podría desplomarse a 800 millones para 2100, un colapso que erosionaría la supremacía económica de China. Desde 2021, se han implementado medidas «pro-bebé», como permitir tener tres hijos por pareja e incentivos locales, pero las cunas siguen vacías.
«El subsidio es un paso histórico, pero insuficiente para mover la aguja de la natalidad», sentencia Zichun Huang, analista de Capital Economics. Los demógrafos coinciden en que, sin guarderías asequibles, permisos parentales robustos y políticas que combatan la discriminación laboral hacia las mujeres, el impacto será limitado. Las jóvenes chinas enfrentan un dilema: el deseo de ser madres choca con carreras profesionales que a menudo penalizan la maternidad.
Pese al panorama desolador, hay destellos de esperanza. En Tianmen, en la provincia de Hubei, las políticas locales y horarios laborales más flexibles han disparado los nacimientos un 17% el año pasado, demostrando que las soluciones comunitarias pueden funcionar. Sin embargo, el desafío nacional es colosal: en la próxima década alcanzarán la edad de jubilación, tensionando el sistema económico y social.
La «economía plateada»
Mientras la segunda economía mundial lucha por llenar los moisés, los mayores de 60 años están redefiniendo el mercado.
La «economía plateada» emerge como un sector en auge, impulsada por jubilados con un poder adquisitivo creciente. Lejos de ser una carga, este grupo está abriendo nuevos mercados, desde productos de consumo hasta servicios especializados.
El Informe sobre la Labor del Gobierno subraya la importancia de fortalecer el cuidado de los mayores y promover esta industria como un importante motor económico. Los pensionistas chinos, con su capacidad de gasto, están transformando las reglas del juego.
Según el Ministerio de Asuntos Civiles, se proyecta que la población de personas mayores en el país aumente en más de 10 millones anualmente durante la próxima década. Para 2035, se espera que la economía plateada alcance el 9% del PIB, frente al 6% actual.
China ha respondido a su crisis demográfica implementando nuevas políticas, que incluyen un subsidio de 217 yuanes (260 euros) al año por cada niño menor de tres años, el cual será efectivo a partir de enero. De acuerdo con el Consejo de Estado, el plan busca detener la caída de la natalidad, la cual ha disminuido de 20,353 millones de nacimientos en 1955 a 29,26 millones en 2024. Con una población que está envejeciendo rápidamente y una disminución en la fuerza laboral, su futuro económico está en juego. ¿Conseguirán estas medidas persuadir a una generación angustiada por altos precios de alquiler y largas horas de trabajo de que tener hijos es una opción viable? El subsidio, que proporcionará 90.000 millones de yuanes para ayudar a más de 20 millones de familias, no llega en solitario. El gobierno de Xi Jinping se compromete a ofrecer permisos de maternidad más extensos, atractivas deducciones fiscales y una mayor disponibilidad de guarderías asequibles para reducir la carga financiera sobre los padres. Los pagos, distribuidos entre las personas nacidas de 2022 a 2024, representan un cambio en comparación con los esfuerzos fraccionados de años anteriores, que abarcaron desde ceremonias de bodas grupales hasta iniciativas telefónicas para motivar a las parejas a tener hijos. La situación es preocupante. El año pasado, la población de China disminuyó por tercer año seguido, con una pérdida de 1,93 millones de personas, alcanzando los 1.408 millones. La política del hijo único, que estuvo en vigor durante más de 30 años hasta su finalización en 2016, dejó consecuencias negativas: 310 millones de personas mayores de 60 años, una disminución de la fuerza laboral y una sociedad compuesta en gran parte por hijos únicos.
Su crisis de población pone en peligro su liderazgo mundial.
China ha respondido a su crisis demográfica implementando nuevas políticas, que incluyen un subsidio de 217 yuanes (260 euros) al año por cada niño menor de tres años, el cual será efectivo a partir de enero. De acuerdo con el Consejo de Estado, el plan busca detener la caída de la natalidad, la cual ha disminuido de 20,353 millones de nacimientos en 1955 a 29,26 millones en 2024. Con una población que está envejeciendo rápidamente y una disminución en la fuerza laboral, su futuro económico está en juego. ¿Conseguirán estas medidas persuadir a una generación angustiada por altos precios de alquiler y largas horas de trabajo de que tener hijos es una opción viable? El subsidio, que proporcionará 90.000 millones de yuanes para ayudar a más de 20 millones de familias, no llega en solitario. El gobierno de Xi Jinping se compromete a ofrecer permisos de maternidad más extensos, atractivas deducciones fiscales y una mayor disponibilidad de guarderías asequibles para reducir la carga financiera sobre los padres. Los pagos, distribuidos entre las personas nacidas de 2022 a 2024, representan un cambio en comparación con los esfuerzos fraccionados de años anteriores, que abarcaron desde ceremonias de bodas grupales hasta iniciativas telefónicas para motivar a las parejas a tener hijos. La situación es preocupante. El año pasado, la población de China disminuyó por tercer año seguido, con una pérdida de 1,93 millones de personas, alcanzando los 1.408 millones. La política del hijo único, que estuvo en vigor durante más de 30 años hasta su finalización en 2016, dejó consecuencias negativas: 310 millones de personas mayores de 60 años, una disminución de la fuerza laboral y una sociedad compuesta en gran parte por hijos únicos.