«Sin duda es el momento que más facilita el uso abusivo y el desarrollo de problemas asociados a éste, y más este verano que tendremos a miles de adolescentes consultando por primera vez a ChatGPT, un compañero que intentará ganarse su confianza», señaló a Efe el Director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología EducaLIKE, Guillermo Cánovas.
Este especiamista alerta del incremento del estrés digital en verano, que puede desembocar en una sobrecarga cognitiva en el cerebro, difícil luego de estabilizar durante el curso ya que se «entrena al cerebro» a trabajar con muchos estímulos y se genera una especie de adicción a la «multitarea» que es falsa y que impide la concentración y solo favorece la memoria a corto plazo.
El cerebro pierde hasta un 40% de tiempo cada vez que vuelve a la actividad que dejó suspendida y los errores en procesos mentales se incrementan el 50%.
«En verano todos nos relajamos y las tecnológicas se vuelven más persuasivas. La relajación de algunos es la oportunidad para otros y no debemos bajar la guardia», incide a Efe el catedrático de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), Manuel Armayones, que coincide en que la IA «tiene muchos visos de incrementar el estrés digital en los jóvenes».
De hecho tras el periodo estival aumentan las derivaciones por alteraciones en el ritmo de sueño, desregulación emocional, conductas impulsivas y pérdida de hábitos atencionales, todo ello vinculado a un uso desmedido y no supervisado de dispositivos electrónicos, explicó a Efe Irene López, psicóloga y directora del centro de Madrid anda CONMiGO.
Los expertos consultados señalan el peligro de los algoritmos que en el caso de la Inteligencia Artificial tienen ya carga emocional y pueden provocar que un joven se enamore de un «bot» o «tenga un amigo invisible, que le da la razón en todo».
«Los ‘bot’ conversacionales pueden acabar generando una dependencia aún mayor porque son prescriptores de cosas que comprar o que hacer», avisa Armayones, que advierte de que con la IA generativa «la gente establece incluso relaciones terapéuticas, como ir al psicólogo».
Advierte sobre el «mono psicológico del móvil» que puede tener el adolescente tras una relación más estrecha y no regulada en verano.
Irene López puntualiza que el verano representa un periodo de alta vulnerabilidad y no solo por la cantidad de tiempo libre, sino por la ruptura de los marcos de contención estructural, emocional y social que normalmente proporciona el contexto escolar.
«Los jóvenes tienen agenda de ministros en el curso escolar», reitera el investigador de la UOC, al tiempo que López recuerda que en niños y adolescentes, el sistema nervioso central se encuentra en pleno proceso de maduración, lo que implica una mayor sensibilidad a los estímulos inmediatos y reforzantes que ofrecen los entornos digitales.
«Si pudiéramos llegar solo a un incremento coyuntural del 10% del uso del móvil en verano estaríamos perfectamente», señala Armayones, mientras estudios como el de la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry documentan un aumento de entre 2 y 3 horas adicionales al día en el uso de dispositivos en vacaciones.
El informe EU Kids Online señala que más del 70% de los menores de entre 9 y 16 años utilizan pantallas de forma intensiva durante el verano.
«Desempantallados»
«Seamos valientes y pongamos el modo verano en nuestra vida digital», recomienda tajantemente el profesor de la UOC Manuel Armayones aunque todos coinciden en que es primordial estructurar el tiempo de ocio y negociar con los chicos y chicas momentos de playa, de paseo, de helado o de lectura. Incluso de actividades educativas.
Implicarles en la toma de decisiones para establecer un horario y limitar las zonas en las que los más pequeños pueden utilizar el móvil, promover actividades deportivas, de juegos y que sean incompatibles con el uso del móvil.
«El verano, lejos de ser un periodo de descontrol, puede convertirse en una oportunidad para estimular el juego compartido y construir hábitos sanos que perduren luego todo el año», incide Irene López, mientras el profesor de la UOC resalta que, a su entender, «no se pueden perder esos amores de un verano interminable».
«Sin duda, este es el momento más propenso para el abuso y el desarrollo de problemas relacionados, especialmente este verano con miles de adolescentes usando ChatGPT por primera vez, un asistente que busca ganarse su confianza», comentó a Efe Guillermo Cánovas, Director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología EducaLIKE. Este especialista advierte sobre el aumento del estrés digital en verano, que puede llevar a una sobrecarga cognitiva en el cerebro, lo que resulta complicado estabilizar durante el año escolar, ya que se «entrena al cerebro» a manejar demasiados estímulos, creando una adicción a la «multitarea» que es engañosa y dificulta la concentración, beneficiando únicamente la memoria a corto plazo. El cerebro puede perder hasta un 40% de tiempo cada vez que regresa a una tarea interrumpida y la probabilidad de cometer errores en procesos mentales aumenta en un 50%. «En verano, todos nos relajamos y las empresas tecnológicas se vuelven más convincentes.» Manuel Armayones, profesor de Psicología y Educación en la Universidad Oberta de Catalunya, advierte que la relajación de algunos puede convertirse en una carga para otros, y que no debemos descuidarnos. Coincide en que la inteligencia artificial (IA) puede aumentar el estrés digital entre los jóvenes. Por ejemplo, después del verano, hay un incremento en los casos de problemas de sueño, desregulación emocional, conductas impulsivas y pérdida de atención, lo que se asocia al uso excesivo no supervisado de dispositivos electrónicos, según Irene López, psicóloga y directora del centro CONMiGO en Madrid. Los expertos resaltan el riesgo de los algoritmos de IA, que pueden tener influencia emocional y causar que los jóvenes se enamoren de un ‘bot’ o desarrollen una ‘amistad invisible’ que siempre les da la razón. Armayones advierte que los ‘bots’ conversacionales pueden generar una dependencia aún mayor al actuar como recomendaciones para compras y actividades. La IA generativa, además, puede llevar a los jóvenes a buscar relaciones terapéuticas similares a las que tendrían con un psicólogo. También menciona el ‘mono psicológico del móvil’, un fenómeno que puede afectar a los adolescentes cuando han cultivado una relación más intensa y descontrolada durante el verano. López señala que el verano es un periodo de gran vulnerabilidad, no solo por el tiempo libre, sino también porque interrumpe las estructuras emocionales y sociales que ofrece el entorno escolar. Armayones destaca que durante el año escolar, los jóvenes tienen horarios muy ocupados, mientras que López menciona que el sistema nervioso central de niños y adolescentes está en desarrollo, lo que los hace más sensibles a los estímulos del entorno digital. Aunque, según Armayones, un aumento temporal del 10% en el uso del móvil durante el verano sería aceptable, la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry ha documentado un incremento de 2 a 3 horas diarias más en el uso de dispositivos en vacaciones. El informe EU Kids Online revela que más del 70% de los niños de entre 9 y 16 años utilizan pantallas intensivamente en verano. «Debemos ser audaces y activar el modo verano en nuestra vida digital», aconseja de manera firme el profesor de la UOC, Manuel Armayones. Sin embargo, todos coinciden en la importancia de organizar el tiempo de ocio y discutir con los jóvenes momentos para disfrutar de la playa, pasear, comer helados o leer. Incluso en las actividades educativas, es importante involucrar a los niños en el proceso de toma de decisiones sobre la creación de un horario y definir las áreas donde pueden usar el móvil. Es fundamental fomentar actividades deportivas y juegos que no se puedan realizar mientras se utiliza el móvil. «El verano, en lugar de ser un tiempo de caos, puede ser una ocasión para fomentar el juego en grupo y establecer hábitos saludables que perduren durante todo el año», señala Irene López, mientras que el profesor de la UOC enfatiza que, en su opinión, «no se deben dejar de lado esos romances de un verano sin fin.»
El uso del móvil crece un 30% y ofrece un «amigo» disponible las 24 horas del día
«Sin duda, este es el momento más propenso para el abuso y el desarrollo de problemas relacionados, especialmente este verano con miles de adolescentes usando ChatGPT por primera vez, un asistente que busca ganarse su confianza», comentó a Efe Guillermo Cánovas, Director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología EducaLIKE. Este especialista advierte sobre el aumento del estrés digital en verano, que puede llevar a una sobrecarga cognitiva en el cerebro, lo que resulta complicado estabilizar durante el año escolar, ya que se «entrena al cerebro» a manejar demasiados estímulos, creando una adicción a la «multitarea» que es engañosa y dificulta la concentración, beneficiando únicamente la memoria a corto plazo. El cerebro puede perder hasta un 40% de tiempo cada vez que regresa a una tarea interrumpida y la probabilidad de cometer errores en procesos mentales aumenta en un 50%. «En verano, todos nos relajamos y las empresas tecnológicas se vuelven más convincentes.» Manuel Armayones, profesor de Psicología y Educación en la Universidad Oberta de Catalunya, advierte que la relajación de algunos puede convertirse en una carga para otros, y que no debemos descuidarnos. Coincide en que la inteligencia artificial (IA) puede aumentar el estrés digital entre los jóvenes. Por ejemplo, después del verano, hay un incremento en los casos de problemas de sueño, desregulación emocional, conductas impulsivas y pérdida de atención, lo que se asocia al uso excesivo no supervisado de dispositivos electrónicos, según Irene López, psicóloga y directora del centro CONMiGO en Madrid. Los expertos resaltan el riesgo de los algoritmos de IA, que pueden tener influencia emocional y causar que los jóvenes se enamoren de un ‘bot’ o desarrollen una ‘amistad invisible’ que siempre les da la razón. Armayones advierte que los ‘bots’ conversacionales pueden generar una dependencia aún mayor al actuar como recomendaciones para compras y actividades. La IA generativa, además, puede llevar a los jóvenes a buscar relaciones terapéuticas similares a las que tendrían con un psicólogo. También menciona el ‘mono psicológico del móvil’, un fenómeno que puede afectar a los adolescentes cuando han cultivado una relación más intensa y descontrolada durante el verano. López señala que el verano es un periodo de gran vulnerabilidad, no solo por el tiempo libre, sino también porque interrumpe las estructuras emocionales y sociales que ofrece el entorno escolar. Armayones destaca que durante el año escolar, los jóvenes tienen horarios muy ocupados, mientras que López menciona que el sistema nervioso central de niños y adolescentes está en desarrollo, lo que los hace más sensibles a los estímulos del entorno digital. Aunque, según Armayones, un aumento temporal del 10% en el uso del móvil durante el verano sería aceptable, la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry ha documentado un incremento de 2 a 3 horas diarias más en el uso de dispositivos en vacaciones. El informe EU Kids Online revela que más del 70% de los niños de entre 9 y 16 años utilizan pantallas intensivamente en verano. «Debemos ser audaces y activar el modo verano en nuestra vida digital», aconseja de manera firme el profesor de la UOC, Manuel Armayones. Sin embargo, todos coinciden en la importancia de organizar el tiempo de ocio y discutir con los jóvenes momentos para disfrutar de la playa, pasear, comer helados o leer. Incluso en las actividades educativas, es importante involucrar a los niños en el proceso de toma de decisiones sobre la creación de un horario y definir las áreas donde pueden usar el móvil. Es fundamental fomentar actividades deportivas y juegos que no se puedan realizar mientras se utiliza el móvil. «El verano, en lugar de ser un tiempo de caos, puede ser una ocasión para fomentar el juego en grupo y establecer hábitos saludables que perduren durante todo el año», señala Irene López, mientras que el profesor de la UOC enfatiza que, en su opinión, «no se deben dejar de lado esos romances de un verano sin fin.»