Fuimos educados para ver el Islam como una religión, cuando en realidad es «mucho más» que un mero sistema de creencias. Esto podría explicar por qué el «pecado» de la «islamofobia» se ha arraigado profundamente en las percepciones sociales, evolucionando a algo parecido a una ofensa imperdonable, incluso justificable en actos de violencia. No se acepta porque está vinculada sistemáticamente al «racismo y la xenofobia». Sin embargo, el Islam es más que una religión. También es un sistema de gobierno. ¿Por qué es, y cuándo se convirtió en socialmente inaceptable y considerado grosero estar en desacuerdo con un sistema político, a pesar de que no hay reglas formales en contra? En las fervientes reuniones de hoy, se puede observar a los típicos individuos mal informados defendiendo fervientemente «la fiesta del cordero» en lugares públicos, comparando los velos de las mujeres musulmanas con los de las monjas cristianas, mostrando un nivel de ignorancia tan vasto que hasta las piedras se avergonzarían. Platón pensaba que la ignorancia es una enfermedad del alma que impide la búsqueda de la verdad y la virtud.
«Ellos comparan el pañuelo de las mujeres musulmanas con los hábitos de las monjas cristianas, ilustrando una completa falta de entendimiento».
Se nos enseñó a considerar al Islam como una religión, pero en realidad es «mucho más» que un mero sistema de creencias. Esto puede explicar por qué la «islamofobia» se ha arraigado profundamente en las percepciones sociales, convirtiéndose en una ofensa casi imperdonable que incluso puede justificar actos de violencia. Es inaceptable porque está vinculado constantemente al «racismo y la xenofobia». Sin embargo, el Islam es más que una simple fe. También es un sistema de gobierno. ¿Por qué y desde cuándo se considera socialmente grosero y contra las reglas no escritas estar en desacuerdo con un sistema político? En las fervientes reuniones de hoy día, se ven los comúnmente desinformados, que defienden vigorosamente «la fiesta del cordero» en lugares públicos, comparando los velos que usan las mujeres musulmanas con los de las monjas cristianas, mostrando un nivel de ignorancia que avergonzaría a las piedras. Platón pensaba en la ignorancia como una enfermedad del alma que impide la búsqueda de la verdad y el bien.