En uno de los muros de la iglesia de Arbulo, un pueblo alavés de apenas un centenar de habitantes, aparecen pintadas varias figuras esquemáticas (cruces, ruedas de ocho radios) junto a ingenuos animales, como jabalíes, diversas aves enfrentadas o un pavo real. No siguen ningún orden lógico, están “como flotando” en la pared, son de un color rojo ligeramente apagado, y su antigüedad se remonta al siglo XII. El historiador del arte Gorka López de Munain, natural de la zona, conoce el templo de siempre. Pero es ahora, cuando, tras una reciente restauración se han descubierto estos dibujos en la pared más antigua del edificio, le da vueltas (y más vueltas) a su posible significado en una concienzuda investigación.. Seguir leyendo
Una investigación en un templo de Álava conecta los dibujos de los muros con rituales funerarios celebrados a espaldas de las autoridades eclesiásticas
En uno de los muros de la iglesia de Arbulo, un pueblo alavés de apenas un centenar de habitantes, aparecen pintadas varias figuras esquemáticas (cruces, ruedas de ocho radios) junto a ingenuos animales, como jabalíes, diversas aves enfrentadas o un pavo real. No siguen ningún orden lógico, están “como flotando” en la pared, son de un color rojo ligeramente apagado, y su antigüedad se remonta al siglo XII. El historiador del arte Gorka López de Munain, natural de la zona, conoce el templo de siempre. Pero es ahora, cuando, tras una reciente restauración se han descubierto estos dibujos en la pared más antigua del edificio, le da vueltas (y más vueltas) a su posible significado en una concienzuda investigación.. Hasta ahora, el profesor de la Universidad del País Vasco ha encontrado algunas respuestas —como el hecho de que no se trata de un ejemplo aislado, sino de un “fenómeno cultural” presente en otros templos medievales—, pero aún hay muchos interrogantes. ¿Qué sentido tienen estos dibujos en una iglesia pretendidamente cristiana? ¿Se hicieron a espaldas de la religión dominante? Y, sobre todo, ¿qué nos quieren contar?. Más información. El viaje del monasterio medieval español que William Randolph Hearst se llevó a EE UU. Hasta ahora, de este tipo de pinturas —esquemáticas y de color rojo— apenas se tenía información. “No las habíamos estudiado porque estaban fuera del canon histórico-artístico”, explica el historiador. Es decir, al margen del arte que solemos asociar al catálogo de los siglos XII y XIII, de esas imágenes frontales y colores variados tan características del románico, a las más expresivas del gótico. Siempre con la religión cristiana como tema dominante.. Sin embargo, estas otras “son muy interesantes para entender la sociedad del momento”, defiende López de Munain. Porque este tipo de dibujos no son exclusivos de la iglesia de San Martín de Arbulo. También se pueden ver en más edificios de la provincia de Álava —la misteriosa decoración de la iglesia de Alaiza es actualmente la más popular— y existen otras muestras similares fuera del País Vasco. Investigaciones como la de este profesor y recientes restauraciones han dado lugar a nuevos hallazgos, y así surgen pistas sobre un enigma todavía sin resolver.. Detalle del dibujo de un pavo real, uno de los animales del conjunto.G. L. M.. Cualquiera que observe los dibujos de Arbulo tendrá la sensación de que los ha visto antes en otro lugar. De hecho, están dentro de una cultura visual que “conecta con un repertorio de largo recorrido que viene de la Antigüedad y se mantiene vivo en la Edad Media”. Como los discos solares, que “están presentes en culturas antiguas, incluso prerromanas, y que luego se trasladan al mundo romano a través de estelas y lápidas”, revela López de Munain, quien estudia este tipo de expresiones artísticas en una horquilla temporal lo más amplia posible. Los motivos son los mismos, pero su sentido es diferente. Porque lo único que se ha mantenido es el aspecto, la forma de los dibujos. “Probablemente, los significados se han ido modificando hasta cambiar incluso de forma completamente radical; hoy en día se han resignificado muchas de estas imágenes, por ejemplo, dentro de la cultura y del imaginario vasco, donde se mezclan con una mirada ya del siglo XXI”, precisa el historiador.. Pero, más allá de su factura artística, de su ingenuidad, de su simplicidad y color, ¿por qué llaman tanto la atención ilustraciones como las de San Martín de Arbulo? “Cuando entras en una iglesia del siglo XII, lo que uno espera es una iconografía cristiana, como en otros lugares”, plantea el profesor de la Universidad del País Vasco. “Y eso es lo fundamental, que aquí no se trata de ese tipo de iconografía, lo que hace más difícil entenderlas”.. Lo que más llamó la atención a Gorka López de Munain fueron los animales que tienen un aspecto de jabalí o cerdo. “La figura de un pavo real se puede conectar con otros modelos tradicionales, pero un jabalí en mitad de la nada y unos cuadrúpedos con garras parece que están representando el entorno, en lugar de una corriente o un repertorio conocido”, analiza. En cuanto a los discos de ocho radios que aparecen en la pared medieval de la iglesia —uno de ellos, de mayor tamaño y dos esferas concéntricas, como si fuera la rueda de una carreta—, apunta que se dio cuenta “de que estaban presentes en otros objetos a los que tampoco hemos hecho mucho caso, como las estelas”. Elementos muy frecuentes también en otra de las grandes aportaciones artísticas de los romanos, los mosaicos.. Ruedas de ocho radios, uno de los elementos que se repiten en la iglesia alavesa de Arbulo.G. L. M.. Con todos estos datos sobre la mesa, llegó el momento de lanzar una hipótesis, una explicación del conjunto. “Se trata de iglesias de escasa ambición constructiva, promovidas por la pequeña nobleza del lugar, y este era su imaginario”, expone López de Munain. Es decir, que templos como el de Arbulo eran “iglesias privadas”, cuyos propietarios proyectaban aquello que veían en su entorno. Pero ¿por qué elementos de la cultura romana, por ejemplo? “Eran conscientes de que había otros edificios de la Antigüedad (la romana, en este caso) que se asociaban a algo prestigioso”, propone el historiador. Si utilizaban símbolos de una cultura más antigua y con una elevada reputación, su linaje se remontaría, de alguna manera, a aquella época de esplendor. Y lo hacían además como expresión de “una mirada popular”, advierte el investigador, sobre un detalle que nos habla de “unas clases sociales de las que, hasta ahora, sabemos muy poquito”.. La pormenorizada investigación ha permitido a López de Munain ir acercándose al verdadero significado del programa de Arbulo, que se resume en una idea sencilla: “Buscar una imagen de prestigio y apropiarse de ella”. Pero todavía se podía dar un paso más. La pista estaba en algunos de los animales representados. “Algunas de las imágenes tienen una clara tradición fúnebre, como los pavos reales o las aves afrontadas con un racimo de uvas que aparecen en las lápidas romanas”, describe. Por lo tanto, “este tipo de iglesias se utilizaban para enterrarse, como se ha visto a través de la arqueología”, desvela el profesor. “Eran templos privados donde los dueños hacían un poco lo que querían, al margen de las injerencias de los episcopados”, añade.. El razonamiento permite lanzar una última pregunta: ¿este tipo de imágenes responden a unas creencias particulares, a espaldas de la religión dominante, del cristianismo? “Es una pregunta muy difícil de responder; desde luego, a espaldas del obispado, sí”, reflexiona López de Munain.. Detalle del dibujo de un pavo real, uno de los animales del conjunto.G. L. M.. Porque, quizá, lo que estos dibujos nos quieren contar es que templos como el de Arbulo no fueran exactamente cristianos. “Las cruces que vemos son lo único que nos indica que estamos en una iglesia cristiana porque, del resto, ni una de las imágenes remite a ello”, responde el investigador. Y lo mismo ocurre con el resto de edificios medievales que lucen esas pinturas rojas, esquemáticas, tan características de la provincia de Álava. Pero, entonces, si no eran cristianas, ¿qué eran? El objetivo de la investigación no es ofrecer todas las respuestas (misión imposible), sino “dar un primer paso” y abrir el camino a otras investigaciones para conocer mejor un arte que, por salirse del camino marcado, ha quedado relegado al olvido.