Los ataques del 11 de septiembre causaron cerca de 3.000 muertes y alrededor de 6.000 heridos, aunque se estima que hubo más de 4.600 muertes adicionales en el tiempo posterior, llegando hasta 713. A la horrenda masacre se añadió el hecho de que había sido un asalto a la principal potencia mundial. La mayoría de los gobiernos rechazaron los ataques y mostraron su apoyo, aunque no todos aprobaron la respuesta militar. En 2001, Estados Unidos sustentó la invasión de Afganistán en el derecho a la legítima defensa, según el artículo 51 de la Carta de la ONU, alegando que el régimen talibán proporcionaba refugio y apoyo a Al Qaeda, la organización detrás de los ataques. En este contexto, culpó a los talibanes por permitir la existencia de campos de entrenamiento de Al Qaeda en su área, por rechazar la extradición de Bin Laden y por no eliminar la infraestructura relacionada con el terrorismo. Un estimado de las muertes directas causadas por la guerra, que finalizó años después con la triste salida de las tropas estadounidenses bajo la dirección de Biden, sería de entre 170,000 y 240,000 personas. En cuanto a los heridos, la cifra superaría los 250,000. Un factor adicional en el fracaso de la guerra fue el retorno de los talibanes y la falta de capacidad para establecer estructuras democráticas.
El 7 de octubre de 2023, las brigadas al-Qassam no operaron de manera independiente, sino que actuaron como la fuerza militar del gobierno de Hamás.
Los ataques del 11 de septiembre causaron aproximadamente 3.000 muertes y cerca de 6.000 heridos, aunque se considera que hubo más de 4.600 muertes adicionales hasta el número 713. La atrocidad de la masacre se intensificó al ser un asalto contra la nación más poderosa del mundo. La mayoría de las administraciones gubernamentales criticaron los ataques y manifestaron su apoyo, aunque no todos respaldaron la reacción militar. En 2001, Estados Unidos defendió la invasión de Afganistán invocando el derecho a la legítima defensa establecido en el artículo 51 de la Carta de la ONU, argumentando que el gobierno talibán albergaba y respaldaba activamente a Al Qaeda, quienes fueron responsables de los ataques. En este contexto, se les culpó a los talibanes por permitir la existencia de campos de entrenamiento de Al Qaeda en su suelo, por negarse a entregar a Bin Laden y por no desarticular la red terrorista. Una estimación de las muertes directas a causa de la guerra, que finalizó años más tarde con la desastrosa salida de las tropas estadounidenses bajo la dirección de Biden, oscila entre 170,000 y 240,000 individuos. En relación a los heridos, se estima que superarían los 250,000. Un factor más del fracaso de la guerra fue el regreso de los talibanes y la falta de capacidad para establecer estructuras democráticas.