Durante el Jubileo de los Jóvenes 2025 celebrado la pasada semana en Roma, el papa León XIV invitó a más de mil influencers católicos de 146 países diferentes, un gesto que hizo patente lo que viene gestándose desde hace años: la nueva evangelización sucede en las redes sociales.
«Si bien antiguamente los misioneros cruzaban el Atlántico para evangelizar, a día de hoy la Iglesia está ganando bastante apoyo a través de las redes sociales», comenta Carlos Taracena, que acumula en Instagram más de 20.000 seguidores.
A este misionero digital, miembro del equipo de comunicación de la Archidiócesis de Madrid y colaborador del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, los seguidores le llegaron cuando empezó a compartir su día a día como misionero de la ONG Jatari en Perú.
Para Paula Vega, su misión frente a los más de 72.000 seguidores que tiene en Instagram sigue siendo la misma que la de un misionero tradicional: «Anunciar el amor de Dios y la Buena Noticia del Evangelio».
La diferencia, comenta a EFE, «solo está en el medio». «Un misionero digital habita las redes sociales, testimoniando con su vida, hablando de la fe, creando contenido que acompaña a quienes hoy buscan respuestas y tienen sed de Dios», concreta.
Quique Mira (159.000 seguidores), nacido en una familia de no creyentes, estuvo hasta los 20 años trabajando en el mundo del ocio nocturno, hasta que empezó a interesarse por la religión.
«Para mi fue muy necesario enamorarme cada vez más del Evangelio, de Jesús, de la Iglesia. Configuró mi vida y me vi con la obligación de ayudar a los jóvenes a conocer esto», explica en declaraciones a EFE.
Este joven de 27 años señala que el trabajo de un misionero digital consiste en compartir con «autenticidad» la relación de uno mismo con Dios para llegar a otros, todo con un lenguaje «muy aterrizado» y que va «de joven a joven».
Vega, por ejemplo, intenta atraer a esos jóvenes con contenido que ella misma echa en falta como mujer: información sobre figuras femeninas de la Iglesia que a menudo pasan desapercibidas.
«A veces me he sentido invisibilizada o incomprendida dentro de la Iglesia. Estudiando teología, profundizar en figuras femeninas de la Biblia o en ciertas santas que rompieron moldes y estereotipos, me ayudó no solo a conocerlas a ellas, sino también a encontrar mi propio lugar como mujer creyente», asevera.
Con todo, Tarecena asegura que estos nuevos misioneros «no hacen márquetin digital», si no que invitan a la gente «a vivir una vida con sentido. «No actuamos buscando un crecimiento de los seguidores, sino desde nuestra pasión de llevar a Cristo a las personas», apostilla.
Aumento de la fe entre los jóvenes
«He notado un aumento de la espiritualidad. Los jóvenes siguen haciéndose preguntas profundas sobre el sentido de la vida, el amor, la muerte o Dios. Lo que ha cambiado es el modo de buscar respuestas», resalta Vega, quien opina que hoy en día las nuevas generaciones se acercan a la fe «desde la libertad», y no desde la imposición.
Para Taracena se está viviendo una «primavera en la evangelización y el cristianismo», puesto que, desde su perspectiva, cada vez son más los jóvenes que ven una puerta de entrada a la fe.
En este sentido, defiende que personas como él pueden ayudar especialmente a aquellos que quieren acercarse a la religión pero no han crecido en entornos católicos.
«En mi adolescencia y juventud yo encontré una Iglesia en otro periodo, en el que la única forma de acercarte era conocer a alguien de un grupo. A día de hoy te pueden conocer por redes sociales y tener la posibilidad de acercarse a un grupo en cualquier lugar del mundo», resalta.
Coincide Mira, quien a diario recibe mensajes de jóvenes de entornos muy lejanos a la Iglesia. «Ven un contenido bien hecho, fresco, bien producido, y que está ayudándoles en sus visas», explica.
Sin embargo, este misionero digital tiene claro que un vídeo en redes sociales no puede cambiar la vida de alguien de un día para otro. «Es algo que te despierta, te genera preguntas, te invita a conocer algo nuevo, pero luego hay que conectar a la gente con un lugar presencial donde poder compartir esa experiencia con otros y ponerse en camino», subraya.
Brazos abiertos en el Vaticano
Sobre si la Iglesia tuvo reticencias hacia estos creadores digitales en un primer momento, Taracena defiende que todas las transformaciones «van despacio». «Hay que tener paciencia, saber comprender a la Iglesia. No han sido reticencias, si no el proceso natural de incorporación de nuevas técnicas de evangelización», defiende.
Por su parte, Mira señala que la Iglesia se ha dado cuenta de que debe poner «foco y espacio en el nuevo continente digital», al mismo tiempo que sigue con sus labores tradicionales.
«El Jubileo de los Misioneros Digitales no fue solo un evento, sino parte de un proceso que la Iglesia, impulsado en su momento por el Papa Francisco, ha iniciado con nosotros: reconocimiento, acompañamiento, formación y envío», apunta Vega, quien sostiene que, a nivel institucional, la Iglesia los valora cada vez más.
Esta joven advierte, no obstante, que aún queda mucho por hacer, sobre todo a nivel local, en diócesis, parroquias y con algunos obispos y párrocos.
«Nos falta más escucha mutua y colaboración, entre quienes evangelizamos en lo digital y quienes acompañan desde las estructuras eclesiales», reconoce.
Durante el Jubileo de los Jóvenes 2025, que se llevó a cabo la semana pasada en Roma, el papa León XIV extendió una invitación a más de mil influencers católicos de 146 países, lo que refleja un fenómeno que ha estado en desarrollo: la nueva evangelización se realiza en las redes sociales. Carlos Taracena, con más de 20.000 seguidores en Instagram, señala que a diferencia de los misioneros del pasado que cruzaban el Atlántico para predicar, hoy la Iglesia recibe un gran apoyo a través de las plataformas digitales. Taracena, un misionero digital y miembro del equipo de comunicación de la Archidiócesis de Madrid así como colaborador del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, ganó sus seguidores al compartir su experiencia como misionero de la ONG Jatari en Perú. Por su parte, Paula Vega, que cuenta con más de 72.000 seguidores en Instagram, afirma que su misión es la misma que la de un misionero tradicional: «Anunciar el amor de Dios y la Buena Noticia del Evangelio», aunque la única distinción es el medio utilizado. «Un evangelizador digital vive en las redes sociales, compartiendo su vida, hablando sobre la fe y creando contenido que apoya a quienes buscan respuestas y tienen anhelo por Dios», precisa. Quique Mira, quien cuenta con 159,000 seguidores, creció en una familia que no era religiosa y trabajó en el entretenimiento nocturno hasta los 20 años, cuando comenzó a interesarse por la religión. «Para mí, fue esencial enamorarme cada vez más del Evangelio, de Jesús y de la Iglesia.» «Configuré mi vida y sentí la necesidad de ayudar a los jóvenes a descubrir esto», comenta en declaraciones a EFE. Este joven de 27 años destaca que la labor de un misionero digital implica compartir su relación con Dios de manera «auténtica» y accesible, buscando conectarse de «joven a joven». Por su parte, Vega se esfuerza por atraer a los jóvenes ofreciendo contenido que echa de menos como mujer, destacando la información sobre figuras femeninas de la Iglesia que suelen ser ignoradas. «En ocasiones me he sentido invisibilizada o incomprendida dentro de la Iglesia.» Al estudiar teología y explorar las figuras femeninas de la Biblia o algunas santas que desafiaron normas y estereotipos, me permitió no solo aprender sobre ellas, sino también descubrir mi propio papel como mujer de fe», comenta. Sin embargo, Tarecena destaca que estos nuevos misioneros «no se dedican al marketing digital», sino que invitan a las personas «a llevar una vida significativa.» «No buscamos aumentar nuestro número de seguidores, sino que actuamos movidos por nuestra pasión de llevar a Cristo a la gente», añade. Crecimiento de la fe entre los jóvenes. He observado un incremento en la espiritualidad. Los jóvenes continúan indagando sobre cuestiones fundamentales como el propósito de la vida, el amor, la muerte y la existencia de Dios. «Lo que ha cambiado es la manera en que se buscan respuestas», señala Vega, quien considera que las nuevas generaciones abordan la fe «desde la libertad», en lugar de una imposición. Según Taracena, estamos viviendo una «primavera en la evangelización y el cristianismo», ya que observa que cada vez más jóvenes encuentran una forma de acercarse a la fe. En este contexto, sostiene que personas como él pueden ser de gran ayuda para quienes desean explorar la religión, especialmente aquellos que no han crecido en un entorno católico. «En mi adolescencia y juventud, encontré una Iglesia en una época diferente, donde la única manera de acceder a ella era conocer a alguien de un grupo.»
«Un misionero en el ámbito digital se encuentra en las redes sociales, compartiendo su testimonio de vida, discutiendo sobre la fe y generando contenido que apoya a aquellos que actualmente buscan respuestas y anhelan la presencia de Dios.»
Durante el Jubileo de los Jóvenes 2025, que tuvo lugar la semana pasada en Roma, el Papa León XIV extendió una invitación a más de mil influencers católicos de 146 países, lo cual subraya un fenómeno que ha estado desarrollándose en los últimos años: la nueva evangelización se lleva a cabo en las redes sociales. «Mientras que en el pasado los misioneros cruzaban el Atlántico para difundir la fe, ahora la Iglesia está obteniendo un gran apoyo a través de plataformas digitales», señala Carlos Taracena, quien cuenta con más de 20,000 seguidores en Instagram. Este misionero digital, parte del equipo de comunicación de la Archidiócesis de Madrid y colaborador del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, ganó sus seguidores al compartir su experiencia cotidiana como misionero de la ONG Jatari en Perú. Para Paula Vega, que tiene más de 72,000 seguidores en Instagram, su objetivo sigue siendo el mismo que el de un misionero tradicional: «Compartir el amor de Dios y las Buenas Nuevas del Evangelio». La única diferencia, explica a EFE, «es el medio utilizado». «Un evangelizador digital se encuentra en las redes sociales, compartiendo su experiencia, discutiendo sobre la fe y produciendo contenido que ayuda a aquellos que buscan respuestas y anhelan a Dios», detalla Quique Mira, quien cuenta con 159,000 seguidores. Proveniente de una familia no creyente, trabajó en el ámbito del entretenimiento nocturno hasta los 20 años, cuando comenzó a interesarse por la religión. «Era fundamental para mí enamorarme cada vez más del Evangelio, de Jesús y de la Iglesia.» «Decidí dedicar mi vida a ayudar a los jóvenes a comprender esto», comenta en una entrevista con EFE. Este joven de 27 años indica que la labor de un misionero digital implica compartir de manera «auténtica» su propia relación con Dios para conectar con otros, utilizando un lenguaje «muy accesible» y que se comunique «de joven a joven». Por ejemplo, Vega busca atraer a los jóvenes ofreciendo contenidos que ella considera faltan, como información sobre mujeres importantes en la Iglesia que a menudo no reciben la atención merecida. «En ocasiones, me he sentido invisibilizada o no comprendida dentro de la Iglesia.» Al estudiar teología y explorar las figuras femeninas de la Biblia o ciertas santas que desafiaron estereotipos, he podido no solo aprender sobre ellas, sino también encontrar mi propio lugar como mujer de fe, afirma Tarecena. Sin embargo, ella aclara que estos nuevos misioneros «no se dedican al marketing digital», sino que invitan a las personas «a llevar una vida significativa». «No nos enfocamos en incrementar el número de seguidores, sino que actuamos impulsados por nuestra pasión de compartir a Cristo con las personas», señala. Esto ha llevado a un crecimiento de la fe entre los jóvenes. He observado un incremento en la espiritualidad. Los jóvenes continúan cuestionándose aspectos profundos como el significado de la vida, el amor, la muerte y la existencia de Dios. «Lo que ha cambiado es la manera de buscar respuestas», destaca Vega, quien afirma que las nuevas generaciones se relacionan con la fe «desde la libertad» en lugar de la imposición. Taracena considera que estamos experimentando una «primavera en la evangelización y el cristianismo», ya que más jóvenes están encontrando una vía hacia la fe. En este contexto, sostiene que personas como él pueden ser de gran ayuda para aquellos que desean acercarse a la religión pero no han sido criados en ambientes católicos. «En mi adolescencia y juventud, encontré una Iglesia en una época en la que la única manera de conectarse era a través de alguien de un grupo.»