El informe anual de Europol sobre el terrorismo en la UE destaca la creciente relevancia de la amenaza yihadista en los últimos años. En 2024, se indica que esta continuó siendo la más mortífera, siendo responsable de todas las muertes –cinco en total– y de la gran mayoría de los heridos –18 de 20– en ataques terroristas de ese año. Otros datos corroboran esta tendencia: se registraron 24 ataques, lo que representa el 41 por ciento del total, con seis de ellos resultando exitosos; se detuvieron a 289 terroristas, equivalente al 64 por ciento; y 320 personas fueron condenadas por actividades armadas, lo que corresponde al 66 por ciento. Sin lugar a dudas, las cifras cuantitativas respaldan la evaluación del cuerpo policial europeo. Sin embargo, su informe profundiza al resaltar que el proceso de reclutamiento por parte de organizaciones yihadistas como Al Qaeda y el Estado Islámico se ha ampliado entre los jóvenes musulmanes, abarcando incluso a menores de edad, cuya radicalización se alimenta de sus redes digitales de propaganda. Por otro lado, ha hallado en el conflicto de Oriente Medio un sólido respaldo, de modo que, como indican los autores del informe, «el enfrentamiento en Gaza continuó influyendo significativamente en la amenaza terrorista hacia la UE». La reciente reflexión es fascinante, ya que la postura combativa de varios países europeos, especialmente España e Irlanda, en favor de las demandas palestinas en el conflicto podría estar contribuyendo de forma indirecta al crecimiento del yihadismo en Europa. Es importante recordar que, como mencioné en un artículo anterior, la mayor parte de los fondos destinados a ONG palestinas vinculadas al terrorismo provienen de la UE y sus Estados miembros. En este sentido, el informe de Europol ofrece solo breves observaciones sobre el financiamiento, señalando el uso de «ingresos legítimos» y «fuentes ilegales», pero sin ofrecer detalles cuantitativos que permitan una evaluación precisa de este aspecto fundamental de las actividades terroristas.
El respaldo de un número considerable de países europeos a las demandas palestinas podría estar, de manera indirecta, contribuyendo al crecimiento del yihadismo dentro del territorio de la comunidad.
El informe anual de Europol sobre el terrorismo en la UE destaca la creciente relevancia de la amenaza yihadista en los últimos años. En 2024, se indica que esta continuó siendo la más mortífera, siendo responsable de todas las muertes –cinco en total– y de la gran mayoría de los heridos –18 de 20– en ataques terroristas de ese año. Otros datos corroboran esta tendencia: se registraron 24 ataques, lo que representa el 41 por ciento del total, con seis de ellos resultando exitosos; se detuvieron a 289 terroristas, equivalente al 64 por ciento; y 320 personas fueron condenadas por actividades armadas, lo que corresponde al 66 por ciento. Sin lugar a dudas, las cifras cuantitativas respaldan la evaluación del cuerpo policial europeo. Sin embargo, su informe profundiza al resaltar que el proceso de reclutamiento por parte de organizaciones yihadistas como Al Qaeda y el Estado Islámico se ha ampliado entre los jóvenes musulmanes, abarcando incluso a menores de edad, cuya radicalización se alimenta de sus redes digitales de propaganda. Por otro lado, ha hallado en el conflicto de Oriente Medio un sólido respaldo, de modo que, como indican los autores del informe, «el enfrentamiento en Gaza continuó influyendo significativamente en la amenaza terrorista hacia la UE». La reciente reflexión es fascinante, ya que la postura combativa de varios países europeos, especialmente España e Irlanda, en favor de las demandas palestinas en el conflicto podría estar contribuyendo de forma indirecta al crecimiento del yihadismo en Europa. Es importante recordar que, como mencioné en un artículo anterior, la mayor parte de los fondos destinados a ONG palestinas vinculadas al terrorismo provienen de la UE y sus Estados miembros. En este sentido, el informe de Europol ofrece solo breves observaciones sobre el financiamiento, señalando el uso de «ingresos legítimos» y «fuentes ilegales», pero sin ofrecer detalles cuantitativos que permitan una evaluación precisa de este aspecto fundamental de las actividades terroristas.